jueves, 4 de septiembre de 2014

los derrepentes


«... Todas las madrugadas el pueblo tiembla con el paso de las carretas. Llegan de todas
partes, topeteadas de salitre, de mazorcas, de yerba de paró. Rechinan sus ruedas
haciendo vibrar las ventanas, despertando a la gente. Es la misma hora en que se abren
los hornos y huele a pan recién horneado. Y de pronto puede tronar el cielo. Caer la lluvia.
Puede venir la primavera. Allí te acostumbrarás a los `derrepentes'; mi hijo. » 

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